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domingo, 16 de octubre de 2011

Rodada: Pereira - Bogotá. Abril de 2011

La expectativa... :o
En vacaciones de semana santa del 2011, poco después de pasar el kilometraje indicado por el fabricante (creo que eran 2000km) para el despegue del motor, o para exigir el motor normalmente decidí realizar mi primer viaje de larga distancia, entonces le comenté a mi amigo Yeison que fuéramos a Bogotá en los días festivos de semana santa a pasarlos por allá en casa de unos familiares míos.
Era nuestro primer viaje largo en nuestras “guavineras” y la idea representaba gran emoción previa al viaje con muchas incertidumbres que siempre vienen a la mente cuando uno hace algo así por primera vez.

Sin querer ser negativos ni pensar de forma pesimista no dejaba de pasar por mi mente los peligros que representaba esta travesía. Los temas de seguridad, algún tipo de accidente o él mal clima. Cabe resaltar que para la fecha el país se encontraba inmerso en un fuerte invierno, de los peores nunca vistos, con muchas inundaciones en diferentes partes del territorio nacional, vías cerradas debido a derrumbes, caídas de bancada y demás problemas debido a la saturación del agua en el terreno. Con muchos pronósticos de lluvia y recomendaciones de todo el que se enteraba de nuestro plan, de que desistiéramos de viajar con los pronósticos climáticos, pues mas fueron las ganas de rodar, de sentir el viento, escuchar el motor de nuestros fierros, jejeje, ver paisajes y diferentes sitios de nuestro país que de todas formas decidimos seguir adelante con el plan.
En la mañana del día del viaje, fue bastante tranquilizante y motivador abrir la ventana de mi cuarto con gran expectativa del clima y ver el resplandeciente sol de la mañana tras un día anterior con una tarde lluviosa y una noche de fuerte precipitación. El mensaje fue; “Ahora sí es ahora o nunca, lo que fue, fue!” jajaja.
Nos encontramos en el terminal cerca a la salida de la cuidad con todo el equipaje en nuestras espaldas (algo que resulto extenuante y amarramos a las motos en el viaje de regreso ) y con muchas ganas de rodar en moto!

Bueno, sin más iniciamos nuestro viaje a las 7:50am aproximadamente… en nuestra mira ya estaba Calarcá, primera parada porque el amigo Yeison debía poner gasolina en su moto y luego… A subir LA LINEA!






El acenso!
Todo empezó bien, primero Yeik iba al frente marcando el ritmo de rodada, con una buena velocidad de subida, había poco tráfico, una que otra tractomula por adelantar, pero ningún inconveniente. Ya casi llegando al alto de la línea con la carretera muy mojada en la mayor parte del trayecto debido al clima del lugar y a varias obras que se están realizando en esa zona desde hace años y nada que terminan, espero que cuando las terminen no sean ya obsoletas y se requieran nuevas y millonarias inversiones, ah pero de eso estoy seguro!, jaja, bueno… volviendo al tema…  Yeik empezó a perder el impulso, falta de aire apropiado para la combustión interna de su motor 125cc, yo me adelanté pero seguí al mismo ritmo por un rato.



La fuga!

Hubo un momento en el que me dejé llevar por el impulso de ver que tanto podría ofrecer mi FZ en una subida de tal magnitud como lo es la pendiente de la línea y le di vía libre al motor de la Yamaha para que mostrara de lo que era capaz, en efecto, una buena velocidad sostenida de unos 60km/h no me pareció nada mal. En un momento me vi solo y miraba atrás constantemente para asegurarme de que Yeik siguiera cerca pero no lo vi más, entonces al llegar al lato de la línea, paré a esperarlo.




La cagada que el gato no tapó! xD
No demoró mucho, pero Oh Sorpresa! 
- “No ps me caí por allí en una curva… jejeje”
Cómo se va a caer este personaje y yo no me di cuenta, jajaja!
Parece que lo que pasó fue que en una curva aceleró de más con la carretera muy mojada y sucia, la llanta trasera patino y ps se cayó hacia el lado derecho, bueno en verdad no paso mayor cosa, una raspadura en la rodilla y un roto en el pantalón, jejeje, bueno, como dicen por ahí, “párese que nadie lo vio”.

Después del susto, a tomar un par de fotos para el recuerdo de la primera vez de pasar en moto por la línea y ¡a por Ibagué!

Descolgada al estilo MOTO GP
Aquí fue donde en verdad nos rindió mucho el trayecto. Poco tráfico, carretera limpia, seca, en óptimas condiciones de adherencia y pocos huecos, fueron una excelente excusa para empezar a “descolgar” hacia Cajamarca a una buena velocidad! “El camino es largo y culebrero”, dije, jeje entonces a apretar un poquito para que no nos fuera a coger la noche en carretera. Al mejor estilo de MOTO GP cogiendo las curvas muy prolijamente y abusando un poco de los frenos y del acelerador para adelantar uno que otro camión o auto, bajamos contentos y llenos de adrenalina! (Válgase aclarar que la velocidad promedio fue de 50-60Km/h, no rápido en verdad).
De repente nos encontramos pasando el peaje de Cajamarca y luego el pueblo. ¿Paramos o qué? Alguno de los dos preguntó… ¡No, Dele derecho hasta Ibagué! Y así fue, ni fotos ni nada, seguimos acelerando hasta llegar a Ibagué. De repente una nube negra amenaza con amargarnos el viaje, pero eso no nos iba a detener, no paramos y seguimos de largo un poco mas hasta superar la leve brisa y solo nos detuvimos a una parada “técnica”, algo para orinar y seguimos adelante por la variante rumbo a Girardot.

El descanso forzado bajo un Sol abrazador!
Un sol ardiente en lo alto que se siente genial para viajar en moto, el asfalto hirviendo, provocando ese espejismo de agua a lo lejos propio de la carretera en llamas jejeje, genial clima para disfrutar de la vía y del paisaje Tolimense.
Después de andar un buen rato con poco tráfico, nos encontramos con un pequeño trancón, con tantos pronósticos previos de lluvias, deslizamientos y cierres de vías llegue a pensar lo peor, “Vía cerrada fijo, nos va a tocar buscar otra vía”, pero en verdad todo era debido a que había un bus en aprietos, de alguna manera se salió de la vía, sin ningún tipo de daño aparente, una grúa lo regresaba al asfalto, ahí nos paramos un minuto aproximadamente, y seguimos nuestro camino pero un par de kilómetros más adelante se encontraba el verdadero taponamiento.
Esta vez se trataba de una gran fila de autos que se extendía aproximadamente por 4 kilómetros, en las motos fue bastante sencillo ir adelantando a toda esa cantidad de autos parados, apagados, la mayoría con todos sus ocupantes fuera de los mismos guardándose del calor bajo algún árbol fuera de su auto estacionado con semejante solazo y más que todo en esa región que de por sí es de un clima agobiantemente caluroso.


Al llegar a la parte más cercana del estancamiento nos encontramos con una gran cantidad de motos detenidas también, y a un grupo de policías de carreteras con barricadas tapando la vía totalmente. Bueno, pues al no poder seguir avanzando, dejamos las motos ahí al sol ardiente y nos refugiamos también del sol abrazador bajo unos árboles conocidos por nosotros como “mata ratón”, jeje, en la zona verde que hay entre ambas calzadas de diferente sentido. 


Huy! Algo para tomar. ¿Un helado? - De una! Jaja.

 
Un par de helados que se derretían más rápido de lo que uno se lo podía comer, jejeje, pero sabrosos, ayudaron a amenizar los aproximadamente 60 minutos o más que estuvimos ahí parados bajo ese agobiante calor! El mismo señor de los helados nos dio la información que buscábamos y que ya intuíamos, a pesar de los rumores. Había paso restringido debido a un deslizamiento sobre la calzada de los que “venían”. Después de una larga espera, se empezaron a escuchar los motores de toda esa cantidad de motocicletas y apresurados saltamos del césped nos pusimos nuestro equipo, y a rodar!!! Jaja, me era un poco difícil seguirle el paso a Yeik entre tantos motociclistas ya que ni lo podía ver, jeje.
Después de superar este pequeño retraso, decidimos apurar la marcha y avanzar lo más rápido posible aprovechando las rectas prolongadas y el buen clima. Por supuesto, respetando las señales de tránsito y con prudencia ante todo. Rápidamente pasamos por Flandes, cruzamos el rio Magdalena (uno de los dos ríos más importantes del país), luego Girardot y seguimos de largo, nada de paradas, nada de descanso, solo la carretera y nosotros! :)

La Subida a Soacha y Bogotá.
Más adelante, en Fusagasugá paramos para poner algo de gasolina, tomar un poco de agua, prestar un baño, estirar las piernas, enderezar la espalda, descansar un par de minutos… y luego, a seguir. No almorzamos en el camino, pues ya estábamos cerca de nuestro destino. Un poco más adelante, en un peaje, sentimos una leve brisa y en el horizonte, hacia donde nos dirigíamos, vimos una gran nube gris amenazando con bañarnos. Esto nos hizo poner nuestros trajes impermeables. En verdad no fue mucho el trayecto húmedo, pero el frio que se empezaba a sentir parecía confabularse con el clima.
La carretera con sentido Fusagasugá a Soacha tenía solo un carril habilitado ya que los demás los reservaron para el plan “éxodo”, ¡Já! que nombres de la policía nacional para ese tipo de operativos, “pinche país católico y conservador”. Bueno en fin, la subida fue un poco lenta, ya que había un buen número de autos.
 Dos provincianos en la gran ciudad.

“Bienvenidos a Soacha” creo que decía algún letrero, que felicidad, en verdad ya se sentía el cansancio, dolor de espalda y el hambre… jaja! Faltaba muy poco para entrar en la gran ciudad.

Teníamos indicaciones “muy precisas” de cómo al entrar a Bogotá tomáramos determinadas vías para llegar a casa de mis parientes. ¡Buff, que precisas ni que nada! Primero que todo tratamos de seguir las indicaciones previas pero parecía que nos estábamos alejando cada vez mas del sitio destino, a cada policía que le preguntábamos, o no conocía el barrio, o la dirección quedaba en sentido contrario al que nos dirigíamos, jajaja! Que caso! Llegamos a buen tiempo a Bogotá, de ahí en adelante el haber perdido casi dos horas en encontrar la dirección fue algo diferente, jejeje, “Se perdió Sheep en la gran ciudad, no se van a perder este par en Bogotá” jajaja. Por fín dimos con la tan esquiva Avenida ciudad de Cali, y de pura coincidencia, se me hizo bastante conocida una estación de servicio y por fin dimos con nuestro destino. Fin de la rodada, a desmontar las guavineras (apodo de las motos, preguntar a Yeison el significado), un buen almuerzo, y una merecida siesta! Ya en la noche a callejiear otra vez! Bueno pero esta vez sin motos porque el alcohol y la gasolina no son buena combinación. Jajaja.

EL VIAJE DE REGRESO…
Después de pasar unos días en Bogotá, aguantando frio, llegó la hora de regresar a nuestra cálida y amada ciudad. Para estar a gusto más de ocho días en Bogotá se tiene que ser rolo para soportarlo. No es que no hallamos disfrutado de la estadía, todo lo contrario, se paso genial.

Primera lección, aprendida.
Bueno, un poco más relajados y con la experiencia previa del viaje de venida ya teníamos un ritmo de rodada estable, entonces esta vez no madrugamos igual que en el viaje de venida. Domingo en la mañana, cielo nublado con pronóstico de lluvia, pero el hecho de rodar en nuestras motos motivaba los ánimos.
Esta vez nos dimos a la tarea de amarrar el equipaje a las motos y no llevarlo a nuestra espalda, ya que esto es agotador. La primera vez de un viaje tan largo y fue lo primero que aprendimos y con un poco de improvisación logramos sujetar las maletas bien a las motos.
Pedimos las indicaciones previas para la ruta de salida de la ciudad y con todo claro arrancamos. Las indicaciones, al parecer no fueron tan claras ó le dimos una interpretación de 180º a la dirección de viaje por que para nuestra sorpresa, cuando ya creíamos estar saliendo correctamente, vimos una señal que decía “Villavicencio”. Ups! A devolvernos pidiendo indicaciones, pero eso sí, nunca a un taxista. Con todo respeto pero en Bogotá son de lo peor! Experiencia previa en los conciertos de las grandes bandas de Heavy Metal.

¿Otra vía?... Por aquí no llegamos. - Cris
Mejor, ¡conocemos más! - Yeik

Al fin encontramos la salida, pero la vía hacia Sibaté estaba reservada para los autos que entraban a Bogotá, entonces nos toco tomar la vía de Tequendama – La Mesa como todos los autos que salían de Bogotá.
Mucho tráfico y un lento desplazamiento a lo largo de todo ese trayecto. La vía tiene doble sentido, estrecha, con muchos huecos y es muy húmeda, tal vez por la temporada invernal. A lo largo del trayecto nos acompaña al lado derecho un turbulento rio Bogotá. Este rio en esta parte inspira mucho respeto ya que es muy caudaloso, turbulento y ruidoso.

Sin prever esto conocimos el salto de Tequendama, un bonito lugar con una vista impresionante de esta cascada. Recomendado para ver en días más cálidos.


Después de esto la vía empeora un poco, hay trayectos incluso sin asfalto. Vimos un par de accidentes en la vía, ningún motero gracias a Dios. Más abajo se siente el calor del Tolima, después de Anapoima y Tocaima la vía mejora bastante. Pasamos Girardot y nos desviamos un poco en el camino debido a una prueba de top speed, a las cuales incitan las buenas vías de doble calzada hacia Espinal, en realidad no fue mucho el desvío, pasamos muchos comederos de lechona y cuando decidimos parar en el próximo que viéramos ya no habían más. Valla suerte.

El almuerzo.
Ya con la necesidad de almorzar, paramos en el siguiente pueblo, resulto ser Chicoral, con una temperatura muy elevada pero agradable ver el sol radiante que nos acompañaba. Una parada, el almuercito, un pequeño descanso, un par de fotos y a seguir.
El paso por Ibagué fue un tanto desalentador ya que nos topamos con un buen trancón en la variante que evita atravesar la zona urbana de la ciudad. Superado esto, pasamos Cajamarca y luego a enfrentar La Linea de nuevo. Un enorme atrancamiento debido a un accidente más adelante nos freno de nuevo, una tractomula se incendió e incendio a otros autos. Otra vez a esperar pacientemente que las autoridades despejaran la vía y habilitaran paso restringido a un carril. Un par de horas en este proceso y de nuevo nos encontrábamos en el Alto de La Linea.
El descenso hacia Calarcá fue bastante lento debido a la humedad, deslizamientos, pantano, tráfico y los arreglos en la vía. Bajamos con mucho cuidado también cuidándonos de una caída parecida a la de Yeison en el viaje de ida.

 

Y no se hizo extrañar el agua.
En la última parte del viaje, en la parte más conocida de la vía, en el trayecto de Calarcá a Pereira y a tan solo unos cuarenta minutos de casa nos sorprendió un fuerte aguacero que nos lavó completamente. No hubo tiempo para detenernos a ponernos los trajes impermeables. Pero bueno, nada que no se arreglara en casa con una cobija y un café caliente.
La entrada a Pereira también estuvo congestionada, debido a algunos arreglos y al tráfico. Además, este sector es bastante frecuentado por los pereiranos.
Ya cerca al terminal cada uno tomo el camino a casa y así termino el primer largo viaje en nuestras motos.

Se disfrutó bastante de la carretera, paisajes, climas y por supuesto de nuestras motos. Esa era la idea. 
Pronto la volveremos a hacer!

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